MUJERES, LUGARES, FECHAS … IV

Publicado 2016-07-18

CONTINUACIÓN

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Ya desde mi viaje anterior en marzo pasado de ese mismo 1978 las expresiones idiolécticas chilenas me habían calado, igual que me habían calado las de los otros países visitados, y me calarían en el futuro próximo las de los otros muchos por visitar pertenecientes a la hermandad iberoamericana. La palabra “pico” en Chile, ni mencionarla, porque tal es la acepción que recibe la parte más inequívoca del aparato generador del hombre. Y a un español le es sencillamente penitencial abstenerse de emplear dicho término: además de las realidades orográficas, para las que con algún trabajo se pueden encontrar sustitutivos fáciles... como cumbres, cimas, montañas, etc, los demás usos en el sentido de magnitudes sobradas o cuantificaciones por exceso, que tan donosamente el castellano sanciona con un... “y pico”, eso es más espontáneo aún si cabe, y por lo tanto más cuesta arriba su renuncia. Pero dicho lo cual, me cumple precisar que mi mayor incumbencia se hallaba con los idiolectos chilenos que pudieran enriquecerme; con los giros y expresiones particulares que conformaran la variedad de la invitación a que uno se considere cómodo y relajado en la situación inmediata después de las presentaciones, y como el equivalente a nuestro “siéntese Vd., por favor” o “haga Vd. el favor de sentarse”, en Chile es indefectiblemente “asiento, asiento” que pronunciado por don Eduardo Martín senior desplazaba una saludable y campechana solvencia. Y ya sobre todo en boca de Lucía había escuchado la palabra “dije” como adjetivo: simpático, amable, etc. Una persona muy dije, alguien muy dije, era lo contrario a prepotente. Gallo era el término coloquial para hombre, varón, en sentido normalmente sano y directo; mientras que caballero se dirigía a la misma realidad con un toque untuoso de protocolo o reticencia cortés.

 

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