CONMEMORANDO EL IV CENTENARIO DE LA MUERTE DE CERVANTES (CONTINUACIÓN)
Publicado 2016-07-16
CERVANTES, EN ANDALUCÍA
CERVANTES, EN ANDALUCÍA
I
Este que veis aquí…, rostro aguileño…”,
si ahora en pintura, luego en bronce y piedra,
es Miguel de Cervantes Saavedra,
de cuna complutense y madrileño.
Al borde del Henares, sueña un sueño
inmortal por ser hombre a quien no arredra
la turca munición, ni ávido medra
con su cuerpo “ni grande ni pequeño.”
De raíz cordobesa, Andalucía
le enciende el alma por paterna vía
para empuñar la péñola y la espada.
Y, aquí, prueba la miel y la amargura;
si fue feliz infante, a edad madura
pena encontró de libertad negada.
II
Córdoba, es puente sobre el río y suelo
viejo de amor que el corazón abraza:
murallas y mezquita, torre y plaza
donde Miguel levanta, niño, el vuelo.
Llega al predio andaluz donde el abuelo,
Juan de Cervantes, licenciado, traza
al aire de su empleo docta baza
donde aprender, temprano en su desvelo.
Ah, este párvulo ya que ingenio apunta,
rapaz que tras los títeres barrunta
fuerte pasión de literaria orgía.
Y, Córdoba, a sus pies —romana, mora,
mas cristiana—, ciudad cautivadora,
le brinda su ancestral sabiduría.
III
Sevilla: Ay, Catedral, Torre del Oro,
La Giralda y el puente de Triana
sobre el Guadalquivir, de agua cercana
custodiando su vívido tesoro.
Aquí, el joven Miguel, colma el aforo
de admirar la grandeza sevillana
y bebe el agua del saber que mana
de un jesuita manantial sonoro.
Gracia es que aprende su lección con brío,
mientras ve aparejarse algún navío
hacia las Indias y a embarcarse fuera.
Dios te guarde Miguel, que tierra adentro
te lleva el corazón y hasta otro encuentro,
radiante de azahar, Sevilla, espera.
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