Luis de Blas nos presenta unos sonetos que pretenden concienciar sobre la actitutd medioambiental del hombre
Publicado 2019-05-17
NATURALEZA VIVA
Zona de vida y virginal enclave
cerrado al hacha de siniestro empleo;
laberinto de sombra o ya museo
monumental en arbolada clave.
Oculto Paraíso donde cabe
la fauna en su más puro clamoreo
y Edén al corazón que a su apogeo
de amor penetra con la propia llave.
Misteriosa heredad, predio al amparo
universal que hasta el profundo claro
brinda enhiesto su verde patrimonio.
Sea en húmeda o seca autonomía,
bosque en alerta que en su paz confía
con la venia de dios y del demonio.
NATURALEZA MUERTA
¿Qué rayo fue pincel y qué vil mano
le guió sobre un lienzo verdecido?
¿Cómo alguien no lo vio? ¿Cómo ha podido
ser obra de una noche de verano?
¿Quién puso fin al palpitar cercano
del monte, con su pábilo encendido,
borró la sombra y canceló el latido
de la fauna en su predio soberano?
Ante el cuadro siniestro, aquí, pregunto
y nadie sabe nada del asunto,
al despuntar la aurora en claro vuelo.
Sólo el silencio en la ceniza humea
y un paisaje de muerte nos rodea,
con la tierra de luto y desconsuelo.
***
¿Quién concibió por muladar el río
y a la mar destinó de estercolero,
cegó de escombro al límpido venero
o taló su hacha infame el valle umbrío?
¿Quién no interrumpe, con urgente brío,
—al sujeto en creciente desafuero—
su marcha destruyendo el orbe entero,
contra toda razón, en desafío?
¿Quién tiñe el cielo de veneno oscuro?
¿Quién destruye a la vida su futuro?
¿Quién la piedra tiró y la mano esconde?
¿Y quién no dice ya esta boca es mía:
ese hombre contra el mundo, en rebeldía?
¿O somos todos y ni dios responde?